„Hervás, los judíos los más.“

Cuando se habla de Sefarad, la España judía en la Edad Media, siempre caen los nombres de Toledo, Barcelona, ​​Tudela o Córdoba. Estas ciudades fueron el centro de la cultura urbana judía. Pero hubo también un Sefarad rural. Una visita a Hervás nos muestra este mundo judía rural en aquella España. Y nos habla de la dramática expulsión de los sefardíes y de su conversión al cristianismo.

La pequeña ciudad en el sur de la provincia de Cáceres tiene una de las juderías mejor conservadas. Callejones con muchos recobecos suben y bajan la colina con sus casas construidas con madera de castaño y ladrillos de barro secados al aire. Muchas puertas llevan hasta hoy la estrella de David como adorno. A la sombra de la iglesia de Santa María, cuyos orígenes se remontan a los Templarios medievales, vivían en aquel entonces 45 familias judías.

Los primeros creyentes hebréos llegaron a Hervás en el siglo XIII. Más tarde a finales del siglo XIV se les juntaron numerosos refugiados de Castilla y Andalucía, donde en 1391 estallaron pogromos contra la minoría religiosa. Hervás entonces contaba solo con unos centenares de habitantes. Los recién llegados eran médicos, tejedores, talabarteros y bodegueros. Pronto se convertió en el pueblo más rico de la zona y llegó a ser el centro cultural y económica de la región. La mitad de los impuestos pagados por la comunidad judía en el Principado de Bejar, procedía de las familias de Hervás. Una sinagoga fue construida.

En el siglo XVHervás llegó a su esplendor. La religión cristiana y judía convivían pacíficamente juntos hasta 1492, cuando los Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla unificaron España bajo su corona.  Los nuevos reyes ordenaron el 31 de marzo de 1492 por decreto que todos los judíos tuvieran que convertirse al cristianismo o abandonar el país en un plazo de máximo cuatro meses. Fue el final de la cultura sefardí.

13 de las 45 familias judías de Hervás se marcharon a Portugal. La mayoría había tratado en vano de vender sus propiedades. Así que dejaron todo atrás. Las familias restantes aceptaron el bautizo forzado. Fueron llamados «cristianos nuevos». Pero aquí el drama no se acabó. Los convertidos estaban bajo observación estricta. Una y otra vez, «los cristianos nuevos» fueron acusados por la Santa Inquisición como «Cryptojudíos», por seguir viviendo clandestinamente su fé. Muchos de los acusados ​​terminaron a principios del siglo 16 en la hoguera.

Los convertidos de Hervás se juntaron después de 1492 en su propia cofradía católica, la Cofradía Gervasio. Esto les permitía salvar una parte de las propiedades de la comunidad y participar juntos en la vida del pueblo cristiano. El hospital más antiguo de la villa fue construida por esta cofradía. Durante años seguían con sus costumbres judías en secreto. Incluso cuando después de la brutal represión de la Inquisición abandonaron por completo su religión, nunca perdieron el amor a la judería y su sentido de comunidad. Es por eso que la judería se ha mantenido todo este tiempo en su estado original hasta que en 1969 fue declarada monumento nacional. Desde finales de los 80 llega dinero para la restauración y el mantenimiento.

Hasta hoy día la herencia judía está presente en la población. Aunque la sinagoga ha dejado de existir en el siglo XV, todo el mundo sabe perfectamente dónde estaba. «Rabilero 19» es la dirección que fue transmitida por vía oral. Documentos escritos no quedan. En este lugar se encontró un edificio con un pórtico. Fue demolido en 1949 bajo la dictadura de Franco, sin investigar su origen.

Una vez al año, al comienzo del verano, Hervás vuelve a la Edad Media. Los residentes de la judería se visten de época. Los hombres llevan una «kipa». Actores aficionados representan la obra «Los conversos». Fue escrito por un autor de origen judío de Hervás. Entonces se vuelve a escuchar el proverbio tradicional, medieval: «Hervás, los judíos los más.»