Por el paraíso de los franceses

Esto es viajar por un río en estado puro. Nos acompañan castillos en colinas, pueblos medievales encima de los escarpados acantilados de piedra caliza y por lo demás naturaleza, nada más que la naturaleza. El río Dordoña en el suroeste de Francia es con sus casí 490 kilómetros uno de los ríos más largos del país galo. Nace en el Macizo Central y desemboca en el Garona justo antes de Burdeos. El tramo más bonito es una parte natural de 150 kilómetros. Empieza un poco agitado – con unas pequeños rapidos, el Malpas – en Argentat. A partir de Beaulieu el Dordoña se tranquiliza. En Limeuil termina la parte más hermosa del río.

Los bancos de arena y grava invitan a descansar y en verano son ideales para bañarse. Aparte de algunos barcos de excursión, parecidos a los antiguos mercantes, que poblaban el río hasta el comienzo del siglo XX, no hay nada de tráfico motorizado en el recorrido. Aquím podemos disfrutar de la fauna. No es nada raro ver grullas y cisnes y con algo de suerte hasta castores.

«El paraíso de los franceses», bautizó el escritor Henri Miller el Dordoña. El estadounidense visitó el valle unos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. «A lo mejor Francia algun día puede desaparecer, pero el río Dordoña seguirá viva como los sueños que inspiran las almas de la gente», agregó. Miller no viajó en el río. Lo que le atraía eran las vista sobre los valles de rocas calizas, bosques, prados y campos. Merece la pena parar de vez wen cuando y tomarse el tiempo para subir a uno de los numerosos miradores o visitar alguno de los «1001 castillos» – así reza el eslogan turístico de la región – o para pasear por las estrechas callejuelas de los pueblos construidos de piedra natural amarilla como Siorac, Beynac, La-Roque-Gageac y Limeuil. Un viaje por el Dordoña es un viaje a épocas pasadas.

Decenas de campings situados directamente en el agua invitan a los remadores. Por lo general, están sitiados a pocos minutos de algún pueblo. Cocinar aquí es pecado. Es que la Dordoña y la región colindante, el Périgord, tienen fama de tener la mejor cocina de toda Francia. Y la vitivinicultura de la región tiene una historia de 2000 años. Cualquiera que haya leído las historias de Martin Walker con su protagonista, el «Chef de Police, Bruno» sabe de qué se habla cuando los franceses ponen la vida en el valle del Dordoña como ejemplo de su mentalidad.

La región del Dordoña es una de las zonas que primero se pobló en toda Europa. Varias cuevas con pinturas rupestres dan testimonio de los primeros habitantes, el pueblo de los Cro-Magnon. La más famosa es la Grotte de Lascaux. No está lejos de Montignac en el valle del afluente Vézère, que también se puede bajar en canoa. Las pinturas rupestres de allí están considerados de las más importantes del mundo. Cientos de escenas de animales adornan las paredes de la cueva, que está abierta al público desde 1963.

Celtas, Romanos … una serie de civilizaciones dejaron su huella en el río. En la Edad Media finalmente surgió el paisaje cultural, que todavía atrae a los viajeros. El río suministra agua para la agricultura y fue hasta principios del siglo XX, cuando el ferrocarril llegó a la región, ruta de tráfico para personas y bienes. «Nadie me puede quitar de la cabeza la idea que el hombre de Cro-Magnon que se estableció aquí, era extremadamente inteligente y tenía un fuerte sentido de la belleza», escribió Miller.

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Como ir: Un buen punto de partida para el recorrido en canoa es Argentat. Si desea viajar en tren, vaya a Tulle (30 km de Argentat) y tome el autobús diario a Argentat.

Como volver: En tren desde Le Buisson. El pubelo está sitiado en el río y a solo sólo 4 km del punto final Limeuil que lamentablemente no tiene estación de ferrocarril.

Alojamiento: Hay docenas de hermosos campings en la orrilla. En los pueblos se encuentra facil pequeños hoteles y pensiones.

Canoa: Si no traes tu propio canoa, puedes alquilarla en muchos puntos a lo largo de la Dordoña.