Por el apacible Este

Un ligero golpe con el martillo de goma y la última cuaderna se asienta. Nuestra canoa canadiense plegable está lista para el agua. Tipi, sillas de camping, mochilas, el barril de plástico azul con la comida, los utensilios de cocina, está todo, podemos empezar. Nos esperan unos 80 kilómetros en el Koitajoki, un río que atraviesa una de las regiones más solitarias de Finlandia, la Carelia del Norte, situada en la frontera con Rusia.

Es una de las regiones menos pobladas de Europa, en la frontera con Rusia. Y – Chipre aperte – la Carelia es el extremo oriental de la Unión Europea. Incluso la ciudad rusa de San Petersburgo se encuentra más al oeste. Tres días, cuatro días… ya veremos. La comida es suficiente para al menos cinco días. A ver qué trae el río.

Es temprano por la mañana. E viento es frío, y produce un ligero oleaje en el agua. Empezamos por el lago Kasinjärvi. En algún lugar en la orilla norte debe salir el Koitajoki -un río de 200 kilómetros de largo procedente de la vecina Rusia. Pronto el camping desaparece al horizonte. Pasamos por bahías e islotes.

Hay agua, abedules, coníferas y prados pantanosos hasta donde alcanza la vista. De vez en cuando vemos una casa de vacaciones de madera entre los árboles, con sus imprecendibles embarcaderos y saunas. Cada finlandés que puede permitírselo tiene su escondite privado en uno de los lagos y ríos del país.

Reina la tranquilidad. Nuestros remos se sumergen rítmicamente en el agua. Las garzas y las grullas se levantan al vuelo cuando nos acercamos. Estamos a mediados de agosto. Es el final del verano en la Finlandia Central. Los primeros árboles ya muestran colores otoñales . Amarramos.

Sentados en la orilla, disfrutatamos la tranquilidad. De repente, de lejos se oyen cañonazos. Probablemente proceden de los cuarteles a la entrada de Ilomantsi, la única ciudad cercana  con sus 5.600 habitantes. En estos días gente de todo el país ha venido a conmemorar el 70º aniversario de la victoria sobre el Ejército Rojo en la «Batalla de Ilomantsi en 1944.

Toda Finlandia y Carelia en particular han sido repetidamente escenario de conflictos bélicos con sus todopoderosos vecinos. Los vocablos ruso en dialecto regional y algunos edificios como la iglesia ortodoxa de madera de Ilomantsi muestran esta historia.

Normalmente, la ciudad moderna eregida en la posguerra es tranquila, muy tranquila. Los pocos viajeros que llegan a Ilomantsi se abastecen de comida, buscan mapas y informaciómn para caminar o remar y desaparecen en los bosques y lagos.

Sólo una vez, en 2009, este lugar despertó de su monotonía. Sucedió algo que aún hoy se cuenta. Un equipo de la televisión alemana rodó durante varias semanas. «Klaus Borowski, el oficial de policía alemán», informan con orgullo. Todo el mundo sabe dónde se encuentra la sale de fiestas Festhalle, donde el comisario  de la popular serie «Tatort» tuvo su encuentro con el baile nacional finlandés, el Tango.

Después de media jornada llegamos al final del lago al Koitajoki. Nuestra esperanza que a partir de aquí no apoyase la corriente del río se ve frustrada. El río es más que tranquilo. Sólo una vez en toda nuestra recorrido toma durante un kilometro algo de velocidad.

Aun así nuestro viaje es muy bonito. Gran parte del recorrido pasa por meandros. El río serpentea por una amplia llanura. Estamos rodeados por un laberinto de islas, brazos laterales, tierras pantanosas.

Hay pocos sitios para aterrizar. Buscamos con mucha paciencia hasta por fin descubrimos una pequeña playa de arena donde arranca una senda. Es hora de acampar. El derecho escandinavo permite acampar en todas partes siempre que se mantenga una distancia mínima de 100 metros de la casa más cercana. Y eso no es un problema aquí afuera.

Justo detrás de la vegetación de la orilla encontramos lo que necesitamos. Una sitio para hacer fuego y unas cuantas nasas oxidadas muestran, quién us normalmente este lugar

Montamos el tipi, recogemos leña y preparamos la comida. Un ligero viento espanta a los mosquitos. Sentados en la orilla disfrutamos de la puesta de sol, de la luna llena y del silencio.

La segunda noche también tenemos suerte y encontramos de nuevo un lugar de descanso, que también debe ser de pescadores. Finalmente tardamos tres para llegar al Koitere. Con sus 164 kilómetros cuadrados, sus playas de arena y sus 451 islas, es uno de los lagos más grandes de la Carelia del Norte. Hay muchas casas de vacaciones en la orilla. Estamos de vuelta en la civilización.

Las fuertes olas en las grandes zonas abiertas requieren toda nuestra concentración en los últimos kilómetros. Finalmente llegamos a la bahía del camping Koitere Helmi en el extremo noroeste del lago, que está abandonado desde hace años. Llamamos a una pequeña empresa regional de turismo. La mañana siguiente, Heikki, el jefe, nos recoge yen su vieja furgoneta de Volkswagen nos lleva de vuelta  a nuestro coche en el camping cerca de Ilomantsi, no sin mostrarnos en el camino la sala de fiestas de «Borowski, el oficial de policía alemán» en el camino.